Ucrania y los 150 Gripen E: ¿Cómo cambia el futuro del avión de Saab?

Primer Ministro Ulf Kristersson, Presidente Volodymyr Zelensky y Marcus Wandt.
Foto: Ninni Andersson / Oficinas Gubernamentales de Suecia

El Gobierno ucraniano de Volodymyr Zelensky, a mediados de octubre de 2025, firmó un memorando con el Gobierno sueco para explorar las opciones de compra de hasta 150 aviones Saab Gripen E/F, en el marco de la modernización y adaptación de las capacidades de guerra moderna a las que se enfrenta Ucrania tras la invasión rusa de febrero de 2022.

El memorando, en el cual se exploran modos de financiación y se menciona incluso la necesidad de compensación industrial para Ucrania, contempla además el entrenamiento de personal militar para la operación y mantenimiento de los aviones. Este acuerdo llega como un respiro y posible salvación para el programa Gripen.

Desde su lanzamiento, el programa Gripen E/F ha enfrentado serias complicaciones técnicas y de desarrollo, pese a contar con dos clientes de lanzamiento: Suecia y Brasil. El retraso del programa brasileño (atribuido en gran parte a problemas de pago y a la lenta entrada en producción), junto con varios aplazamientos, ha generado desconfianza y falta de interés de potenciales clientes.

Saab destaca que su avión es uno de los más avanzados del mundo, al contar con integración de inteligencia artificial, baja huella logística, una arquitectura abierta que le permite portar una amplia gama de armamento, y la capacidad de operar desde pistas no preparadas.

Sin embargo, la línea de ensamblaje en Suecia, que esperaba entregar en 2025 aviones de serie en masa, solo logró entregar la primera aeronave al Ministerio de Defensa sueco a inicios de octubre, lo que refleja los retrasos y problemas persistentes del programa.

Estas condiciones provocaron una falta general de interés, haciendo que los contratos del Gripen fueran mínimos en comparación con los del F-16 Block 70, el Eurofighter Typhoon o el Rafale francés.

En 2022, los únicos países con interés real eran Tailandia y Colombia, aunque a finales de ese año Colombia anunció la selección del Rafale como avión de superioridad aérea. La noticia causó una fuerte reacción en Saab en Colombia, que anunció acciones legales y lanzó una campaña mediática en contra del contrato, reflejando la urgencia de la empresa por asegurar nuevos clientes y mantener el flujo financiero del proyecto.

En Colombia, tras un proceso de evaluación técnica y doctrinaria, el Gripen no resultó la mejor opción para la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC), debido a sus debilidades en madurez, número de operadores y alcance operativo limitado frente a sus competidores. 

Sin embargo, el acuerdo con Ucrania cambiaría por completo el panorama del programa, ya que un pedido superior a 100 unidades con financiación asegurada le daría a Saab el músculo financiero y la estabilidad industrial necesarios para cerrar su ciclo de desarrollo y consolidar la cadena productiva y logística del avión.

Colombia y el dilema doctrinario: ¿potencia de punta o persistencia?

La Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC) enfrenta un dilema de fondo en su proceso de modernización: definir la doctrina que marcará los próximos 20 o 30 años. El cierre del siglo XX y la primera década del XXI dejaron una marcada inferioridad de capacidades frente a países vecinos, y la selección del nuevo avión de superioridad aérea determinará si se busca proyección estratégica o persistencia operativa.

Los cuatro cazas finalistas reflejan este dilema con claridad ya que el Rafale y el Eurofighter Typhoon son aviones de punta, con capacidades de proyección global y un papel consolidado en la primera línea de las fuerzas aéreas europeas y de Medio Oriente. Sus ofertas abrieron a la FAC una visión de operaciones de alta intensidad, similar a la experimentada en ejercicios internacionales como Red Flag, donde participan solo aliados estratégicos de Estados Unidos.

Seleccionar cualquiera de estos modelos representaría un cambio doctrinario profundo: pasar de un esquema regional y táctico a uno de proyección internacional, con implicaciones en entrenamiento, mantenimiento, cooperación militar seria un salto hasta ahora inimaginable para Colombia que permitia a la nación una proyección de influencia regional.

A su vez, aumentaría de manera notable la capacidad de disuasión, al permitir que incluso una flota reducida garantice operaciones ofensivas y defensivas de precisión sobre objetivos de alto valor dentro de cualquier hipótesis de conflicto regional y ese salto cualitativo no lo ofrecen las aeronaves actuales ni los modelos más ligeros.

Por su parte, el Gripen E/F y el F-16 Block 70 ofrecen un enfoque distinto, la presencia constante de un recurso aereo en el teatro operacional al contar con mayor cantidad de aviones y un menor costo operacional brindando así una capacidad operacional más cercana a la que tradicionalmente ha tenido la FAC, que mantiene un alto ritmo de misiones contra estructuras irregulares —bombardeos, apoyo aéreo cercano y ataques de precisión—, tareas que hoy recaen principalmente en los veteranos IAI Kfir.

Con tecnologías derivadas de los cazas de quinta generación, Gripen y F-16 ofrecen una capacidad avanzada y flexible, aun así, su radio de acción más corto frente a Rafale o Typhoon implica que Colombia necesitaría nuevas o mejoradas capacidades complementarias, como el reabastecimiento aéreo, guerra electrónica y alerta temprana (AEW), además de pistas alternas y no preparadas para aumentar su alcance operativo.

Ucrania y el cambio de panorama

El principal argumento en contra del Gripen dentro de la FAC ha sido su situación logística e industrial inestable, lo que llevó a algunos oficiales a bautizarlo irónicamente como el “Kfir 2.0”.

Sin embargo, si llegara a concretarse el acuerdo con Ucrania por hasta 150 aeronaves, ese riesgo se reduciría drásticamente. Un pedido de esa magnitud garantizaría la producción sostenida, disponibilidad de repuestos y, sobre todo, la madurez operacional del sistema, permitiendo que la FAC reciba un avión con IOC (capacidad operacional inicial por sus siglas en ingles) consolidado mucho antes de lo que actualmente tardaría en alcanzarlo.

Aun así, y pese a los anuncios del Gobierno, el acuerdo por el Gripen no está firmado, y las tensiones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos han generado preocupación sobre la posibilidad de la firma del contrato durante lo que resta del mandato del presidente Gustavo Petro.

La llegada de un nuevo gobierno en 2026 podría implicar la reapertura del proceso de selección, obligando a la FAC a definir finalmente una doctrina clara y sostenible para así llegar a la selección para el reemplazo del Kfir, que difícilmente seguirá operativo más allá de 2027.

The Aviator Daily, escrito por Daniel Cárdenas.

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