Aviación del Ejército de Colombia, 30 años de servicio a la nación.
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Tropas del Batallón de Fuerzas Especiales en medio de una demostración de capacidades con un Mil Mi-17 de fondo en 2018. Foto: Daniel Cárdenas - The Aviator Daily |
Con el surgimiento de guerrillas de ideología comunista a lo largo y ancho del país entre las décadas de 1960 y 1970, la violencia en Colombia mutó hacia un conflicto más complejo, con múltiples actores armados que contaban con una capacidad operativa en expansión. Esta nueva realidad llevó a la necesidad de contar con movilidad aérea y apoyo helicoportado como elemento vital de la guerra, al igual que lo experimentaron los Estados Unidos en Vietnam.
El impulso violento del narcotráfico durante los años 80 permitió a los grupos armados potenciar sus capacidades de combate. Las FARC –y en menor medida el ELN– fueron los más beneficiados. Esto evidenció la urgencia de que el Ejército contara con su propia capacidad de transporte aéreo para organizar de manera adecuada la estrategia de lucha contra la subversión.
La experiencia de depender exclusivamente del apoyo aéreo de la Fuerza Aérea Colombiana generaba situaciones complejas en las operaciones ya que no siempre se tenía claridad sobre los tiempos de aprobación o disponibilidad de aeronaves, lo que resultaba costoso operativamente, sobre todo frente a los “golpes de mano” de las FARC, que atacaban en distintos puntos del país con gran poder de fuego. En muchos casos, las aeronaves de la FAC ya tenían misiones asignadas, lo que retrasaba el apoyo a tropas que se encontraban bajo ataque dejando como resultado la muerte de muchos militares y el secuestro de los supervivientes cuando estos se quedaban sin munición o eran copados en sus posiciones defensivas.
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Uh-60 de la Aviación del Ejército durante los combates para asegurar la Vía Bogotá- Villavicencio. Foto: Archivo Ejercito de Colombia |
La llegada del general Harold Bedoya al Comando General marcó un punto de inflexión. Él impulsó la modernización de las Fuerzas Militares y logró que el Gobierno Nacional destinara más de 100 millones de dólares de la época para la compra de helicópteros para el Ejército. Con estos recursos se adquirieron los primeros Lockheed Martin UH-60 Black Hawk, los Mil Mi-17 y se inició la adecuación del Campo Aéreo “Teniente General Gustavo Rojas Pinilla” en el Fuerte Militar de Tolemaida, centro operacional de la naciente Aviación del Ejército.
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Uh-60L transportando una pieza de artillería. Estos helicópteros han sido fundamentales para poder realizar operaciones de apoyo a las tropas. Foto: Daniel Cárdenas - The Aviator Daily |
El presidente Andrés Pastrana trajo nuevos comandantes a las Fuerzas Militares, entre ellos el general Fernando Tapias y el general Jorge Enrique Mora Rangel, quien lideró la estrategia para enfrentar los movimientos en bloque de las FARC, que para entonces eran el principal actor subversivo. La toma de Mitú, capital del Vaupés, fue uno de los hechos más impactantes: aunque el control militar de las FARC no se mantuvo, el golpe político, estratégico y mediático fue enorme, especialmente tras el secuestro de más de cien policías que defendieron por más de 24 horas la estación de Mitú.
La respuesta llegó con la doctrina de alta movilidad y, por primera vez, con el empleo de un concepto de armas combinadas. Esto llevó a la creación de la Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA), una unidad que integraba capacidades del Ejército, la FAC y la Armada, con alto poder de fuego, movilidad estratégica y reacción inmediata. En estas operaciones, la naciente Aviación del Ejército fue clave al proporcionar la mayoría de las aeronaves de ala rotatoria para el transporte de las tropas y las acciones de apoyo de fuego.
La necesidad de autonomía y expansión
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Uh-1h "Huey" que llegó desde Fort Rucker para apoyar las tareas de instrucción de mantenimiento de esta flota para todos los alumnos. Foto: Daniel Cárdenas - The Aviator Daily |
Hacia comienzos de los años 2000, el crecimiento de la Aviación del Ejército llevó a sus comandantes a proyectarla como una unidad autosuficiente y operativamente independiente. La experiencia adquirida en combate por pilotos, tripulantes y técnicos permitió la creación del Batallón de Entrenamiento y Reentrenamiento de Aviación (BETRA). Allí llegan los nuevos pilotos de la Escuela de Helicópteros de las Fuerzas Militares o de la Escuela Básica del Ejército para especializarse en distintos equipos. También se forman tripulaciones avanzadas en cursos como las Operaciones Militares en Gran Altitud (OMAGA), logrando una capacidad operativa de alto nivel para misiones de inserción, apoyo logístico y operaciones especiales en múltiples regiones del país.
El Plan Colombia contribuyó al fortalecimiento de la Aviación del Ejército mediante la entrega de helicópteros, algunos donados y otros en comodato, destinados especialmente a operaciones contra el narcotráfico en apoyo a la Brigada Contra el Narcotráfico. La cooperación con Estados Unidos también facilitó la capacitación de pilotos, tripulantes y técnicos en Fort Rucker. Dos décadas después, gracias al nivel operacional, logístico y educativo alcanzado por Colombia, Estados Unidos trasladó parte de su entrenamiento de aliados a territorio colombiano. Así nació el Centro de Entrenamiento Avanzado de Ala Rotatoria -CEAAR- , operado por el BETRA en conjunto con EE. UU., donde se forman tripulaciones, técnicos e instructores de Centro y Suramérica.
Operaciones especiales Aéreas.
La necesidad de ejecutar operaciones especiales bajo estándares de Fuerzas Especiales llevó a la creación del Batallón de Operaciones Especiales Aéreas (BAOEA). Esta unidad centraliza pilotos y aeronaves seleccionadas para ejecutar operaciones de alta complejidad. Además, es responsable de las misiones C-SAR (Combat Search and Rescue), en las que los rescatistas extraen heridos en combate bajo fuego enemigo. También cumplen misiones humanitarias, evacuaciones médicas y apoyo a comunidades aisladas en regiones apartadas.
El 28 de mayo de 2010, en una ceremonia en Tolemaida, se oficializó la creación de la División de Aviación y Asalto Aéreo del Ejército Nacional (DAVAA). Esta nueva estructura agrupó los dos batallones de aviación existentes, la Brigada de Fuerzas Especiales, la Brigada Contra el Narcotráfico y el BAOEA. Al consolidar estas capacidades bajo un comando unificado, se fortalecieron las operaciones militares a gran escala, que ya venían logrando éxitos relevantes contra los altos mandos de las FARC, como alias “Raúl Reyes” y alias El “Negro Acacio”, en operaciones lideradas por el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES).
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S-70A de la Aviación del Ejército de Colombia asignado al BAOEA Foto: Daniel Cárdenas - The Aviator Daily |
El bautismo de fuego llegó con la Operación Sodoma, en la cual, bajo la directriz del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES), se dio de baja a alias El “Mono Jojoy”, uno de los comandantes más icónicos y sanguinarios en la historia de las FARC. Esta operación, una de las más grandes realizadas en Suramérica, contó con la participación de aeronaves de todas las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional.
Se trató de un complejo operativo que atacó uno de los campamentos más grandes de las FARC desde la época de “Casa Verde”, bombardeado en 1990. En esta ocasión, se ejecutó un bombardeo de precisión seguido de un asalto aéreo en el que intervinieron más de 70 aeronaves y al menos 500 miembros de las Fuerzas Especiales. El resultado fue la neutralización de uno de los mandos más poderosos que haya tenido esa organización.
La consolidación de las capacidades de operaciones especiales y asalto aéreo de la DAVAA se dió con la Operación Odiseo, realizada el 4 de noviembre de 2011. También liderada por el CCOES, esta misión culminó con la muerte del entonces máximo comandante de las FARC, alias “Alfonso Cano”.
En la operación participaron más de veinte helicópteros, en su mayoría pertenecientes a la DAVAA. Su planeamiento incluyó una maniobra de distracción, simulando una operación en dirección contraria al objetivo, seguida de un vuelo sobre una de las zonas más accidentadas del país. Debido a la necesidad de confirmar visualmente la presencia del objetivo, la operación tuvo que ejecutarse en horas de la mañana, sacrificando la cobertura nocturna.
La coordinación milimétrica entre el bombardeo y el desembarco de tropas redujo al mínimo la posibilidad de escape. Finalmente, Cano fue abatido por un operador de Fuerzas Especiales tras negarse a rendirse.
Actualidad y desafíos
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Mil Mi 17 en una operación de inserción de tropas en una zona de operaciones meriante técnica de rápel. Foto: Daniel Cárdenas - The Aviator Daily |
En los últimos años, la Aviación del Ejército ha enfrentado grandes retos operacionales y se ha mantenido como pieza clave en la lucha contra grupos armados que han aumentado su presencia desde los Acuerdos de Paz de 2016. Sus capacidades tácticas y técnicas han sido vitales para neutralizar estas amenazas y para atender emergencias nacionales, como la temporada de incendios forestales 2022-2023, donde actuó de manera conjunta con la Fuerza Aérea y la Policía Nacional.
Actualmente, la División enfrenta el rápido envejecimiento de su flota de helicópteros y aviones, una situación crítica que ya derivó en la desactivación del Batallón de Aviación N.º 4 de Reconocimiento y Escolta, equipado con los UH-1N “Cazador”, los cuales iniciaron su retiro a finales de 2024. También cesaron operaciones las aeronaves Casa C-212. Desde hace al menos ocho años se estudian posibles reemplazos para varias flotas próximas al fin de su vida útil, pero el Gobierno Nacional no ha asignado los recursos necesarios para su renovación.
Nota del editor: Agradecimiento eterno
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